ESCUAD.R.O.N.E
Al final nadie pudo descifrar el modo ni la forma, solo ocurrió, a muchos ni siquiera les dio tiempo de saber que cayó sobre sus cabezas aquel amargo día de abril, el apocalipsis atómico fue interrumpido en el último momento por un selecto grupo de rapaces e inusuales salvadores, o mejor dicho “conquistadores”, que pacientemente esperaban en las sombras para hacerse del poder. Su momento al fin llegó, y no permitirían que sus predios futuros fueran borrados de la faz del universo por una manada de incapaces llenos de discursos sin sentido y saliva a borbotones. Sin embargo, de igual forma empezaríamos a ser exterminados.
“La medida exacta”, a si le
llaman cuando su omnipresente ojo detecta cualquier amenaza en su campo de
acción (el todo), el cual ahora estoy transitando, como ellos hace tiempo
decidí emerger de las sombras para hacerles frente, quien hubiera imaginado que
el contrataque fuera de tal modo, muchos de los sobrevivientes habrían soñado
con un ataque final en masa, compuesto por sofisticados artilugios y hombres a
granel, ¡pero no! Aquí en medio de la nada, solo está mi pequeña creación y su
servidor en representación de toda la humanidad, a punto de dar la estocada
final al invasor.
Ayer por la mañana Rodeo
1, un drone de búsqueda y batalla partió desde nuestro escondrijo con la misión
de iniciar un programa que a muy corto plazo pudiera otorgarnos la información
necesaria para acabar con los sistemas defensivos próximos al Gran Padre (el
ojo que todo lo ve, padre del Gran Hermano, dispuesto en la nave nodriza), el
cual es el encargado directo de otorgar la medida exacta para que en cuestión
de segundos cualquier amenaza sea borrada del sistema. Después de haberle sido
otorgada la medida exacta a Rodeo 1, heroicamente pudo sostener una férrea
resistencia a los constantes ataques de los drones enemigos (llamados Elípticos
por la trayectoria asumida cuando entran en batalla), podía ver a través del
visor de detección remota como se batía a pura fuerza contra aquellas arpías,
por suerte antes de caer en el glorioso campo reservado solo a los valientes
pudo darnos el primer dato importante de un enemigo poco conocido, cuando la
energía de sus Elípticos merma, una delgada fibra que se desprende desde las
naves subyacentes a la nodriza, les alimenta, permitiéndoles continuar sus
tareas, con ello pude darme cuenta que sus reservas energéticas no eran
ilimitadas, deduciendo también que estaban a punto del colapso por falta de las
mismas, y que sin duda se encontraban a la espera de nuevas provisiones, ello
explicaba el amotinamiento de sus principales naves en ciertos puntos
estratégicos.
Debía actuar antes de que
las nuevas naves llegaran a su auxilio. La autonomía de mis drones no era la
mejor pero si la más aceptable, el hecho de encontrarme en un antiguo
laboratorio militar subterráneo me proveyó de los elementos necesarios para
crearlos de acuerdo a cada exigencia. Estaba decidido a batallar hasta derrotar
al enemigo, pero para tener éxito debía recabar más datos. Rodeo 2 partió hoy
por la tarde, robusto y armado con dos ametralladoras calibre 50 giratorias en
sus laterales, su poder de fuego superaba con creces a su hermano gemelo, pero
su velocidad era inferior a aquel, por ello decidí enviarlo junto a un drone de
altas revoluciones, un F1, al cual llamé el “Escurridizo Joe”, su misión era
llegar hasta el corazón de una de las naves de abastecimiento, y hacerla volar,
desatando una reacción en cadena que terminaría por acabar a todas las de su
tipo. Observaba atento a través del visor como el poderoso Rodeo 2 hacía añicos
a los focos de resistencia que hacían acto de presencia, mientras el
Escurridizo Joe se desplazaba a gran velocidad hacía uno de los ductos de sus
naves de suministros, cuando apenas entró por el mismo se hizo estallar,
volando a todas y cada una de ellas tal como lo había previsto. Sin combustible
su colapso total se produciría en cuestión de horas.
Rodeo 2, casi
destrozado por completo de forma increíble pudo regresar a nuestra base, y como
no permitirle su vuelta, a pesar de ser maquinas había adquirido especial
empatía y cariño por ellas, durante mucho tiempo habían sido mi única familia,
y cada vez que alguno caía en batalla sentía un indescriptible dolor, “casi
mecánico”. El costo de su regreso fue tan grande como el premio recibido hace
tan solo unos cuantos minutos, la medida exacta llegó hasta nuestro bunker,
desatando el infierno, gravemente herido como pude llegué hasta uno de los
ductos de aire mientras oía el ir y venir de sus mecanismos, debía salir
rápido de allí, pero antes tenía que encontrar la forma de ubicarme lo más
cerca posible de su nave madre, la solución reposaba a escasos metros de mí, si
quería avanzar debía ser uno de ellos, su movilidad y energía dependía de
fluidos, y no de baterías, por tanto debía profanar mi cuerpo con los mismos si
quería lograr mi último cometido, como pude levanté los despojos de un Elíptico
y en una vampírica escena empecé a beber sus fluidos, podía sentir como invadía
de a poco mi sistema, fusionándose con mi sangre, quizá con la intención de
aniquilarme desde adentro, pues el dolor que precedió a aquel acto fue tan
terrible como su sabor, aun puedo percibirlo mientras me encuentro debajo de su
nave nodriza acariciando en mi bolsillo a la última esperanza de la humanidad:
“Dixie”, un mini drone cuya misión es acoplarse al sistema central del enemigo
con la finalidad de neutralizarlo, de rodillas puedo observar como se diluye en
el horizonte, mientras miles de Elípticos me apuntan sus armas después de haber
pasado largo rato desapercibido, su enfermiza medida al final fue un tanto
inexacta, tenía toda su atención, y Dixie pudo pasar entre sus maltrechas
defensas hasta su objetivo final, antes de caer puedo observar cómo se
desmoronan los cimientos de quienes pretendían dominarnos, ¡hemos
triunfado!
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